(Ido 45 Años) Desde que decidí vivir en el bosque mis días comienzan de una forma increíble, cada mañana me levanto llena de energía y lista para comenzar mi día, curiosamente las horas duran más y puedo realizar muchas actividades. En especial los días de caminata me levanto con más energía, me preparo para pasear por el bosque… Nos acompañan varias personas, entre adultos, niños y compañeros de trabajo hacemos un grupo de exploración divertido.
Comenzamos a caminar, nos adentramos en el bosque… el silencio se convierte en paz, los sonidos que emite el bosque nos invitan a seguir, pasamos por la “cañada rosa”, rodeada de piedras rosadas y hermosos paisajes.
En la medida que avanzamos, el grupo cada vez se entusiasma más por el recorrido, se relajan y respiran profundamente. Mientras andamos, la señora Martha se acerca a mí para conversar. Me cuenta del tiempo que vivió en Suiza y lo mucho que este paisaje le recuerda su vida allá, hace algunos años. A lo lejos aparece un grupo de caballos que pasean sueltos por el bosque, son animales imponentes y fuertes, entre ellos hay un caballo bebé que se acerca sigiloso para que lo acariciemos, su mamá al darse cuenta se acerca también de forma amigable para cuidar de su potrito.