Algo que me resulta súper práctico y que me encanta de vivir en Haras del bosque, es que las rodadas empiezan en la puerta de mi casa. La mayoría de mis colegas ciclistas tienen que subir la bici al rack, manejar por lo menos unos 20 minutos o hasta media hora, y solo entonces pueden empezar a rodar, no es mi caso. Supongo que es una de las ventajas de vivir en la naturaleza.
Aquí tengo más de 50 km para ir y venir entre caminos pavimentados, empedrados y senderos de terracería un poquito más técnicos, todos rodeados por un increíble bosque. Eso sí, tuve que cambiar la bici de ruta por una tipo gravel, que me diera más versatilidad en cuanto a las superficies y se adaptara mejor a algunos de los senderos que no tienen asfalto. Estoy ahora contemplando la posibilidad de comprar una buena bicicleta de montaña para aprovechar los senderos más ‘hard core’ que hay en Haras.